
Sube la música, se esparce por todos los rincones, estremece.
El corazón comienza a latir con fuerza, casi con tanta que parece ir a salírsele del pecho.
Cada vez más. Coge el ritmo, comienza a bailar.
Y en ese momento no hay nadie más a su alrededor. Está sola, el resto de la gente ha desaparecido, y nadie va a interrumpirla, nadie va a interrumpir esa sensación de volar hasta llegar al fin del mundo.
Y entonces él se acerca a ella suavemente, la agarra por la cintura y comienza a bailar al son de la música. Ella se apoya en él y cierra los ojos lentamente, sintiendo cada nota que pasa y se pierde para dar paso a la siguiente.
Y así se ponen frente a frente y como a cámara lenta se van acercando y fundiendo sus labios en un suave beso.
Sólo están él y ella. Y son los reyes del mundo.
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